miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tomando en control de nuestra vida

La verdad es que nadie nos fuerza a pensar, sentir, o comportarnos de cierta manera. Es cierto que en nuestra sociedad existen parámetros compartidos de convivencia, sin embargo aún así, nadie nos obliga a actuar o sentirnos de determinada manera. No somos víctimas de las situaciones o la vida. Nosotros escogemos a cada momento la interpretación que queremos darle a los sucesos que vivimos y cuanto tiempo queremos mantener la emocionalidad relacionada con ellos.
Si elegimos estar triste porque tuvimos una pérdida, está muy bien – hágase responsable de sus propios sentimientos y no culpe a nadie por ellos. Si usted elige enojarse, hágalo, todo está bien, mientras sea usted sea quien controla la situación y no ceda el poder que a alguien más. Cuando decimos que alguien nos hizo enojar o actuar de determinada manera, estamos ocupando el papel de victimas y cediendo nuestro poder personal de manejar nuestra propia vida a otros.
¿Usted realmente desea pasar su vida dejando que la gente decida cómo se siente? No suena verdaderamente como una decisión acertada. Puede ser que también la gente haya decidido lo que le gusta comer, lo que le gusta vestir, lo que le gusta hacer, y todo esto como producto de un condicionamiento paulatino del que no tenemos plena conciencia.
Es momento de retomar el poder personal de controlar nuestra propia vida.
La forma en que nos sentimos en determinado momento depende de las interpretaciones que nosotros mismos damos al suceso. Las emociones pueden ser controladas. Cada persona tiene el derecho a sentirse feliz, triste, enojado… y después traducir eso en las acciones que decida. Nadie pueden hacer usted sienta de cierta manera  y mucho menos responsabilizarlo por nuestras acciones posteriores.
No es meramente una cuestión de semántica, es una cuestión de aceptar la sensación como parte de quiénes usted es y decidir conscientemente las acciones que vamos a ejecutar a partir de tener un pleno control de lo que a nosotros conviene.
Poder controlar nuestras acciones a partir del control pleno de nuestras emociones, es una disciplina interior que debemos fortalecer. De la misma manera que podemos controlar lo que pasa con nuestro cuerpo. Todo depende de nosotros mismos, y es ahí donde radica el gran poder de transformación personal.
Cambia tu cuerpo, cambia tu vida

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