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Venimos de una cultura donde el sacrificio es bien visto. Es
un acto de un buen cristiano sacrificarte por los demás y sobre todo cuando
hablamos de nuestros propios hijos. Ese acto de generosidad personal nos tiene
ganado el cielo, pero mientras nos morimos, y nos llega el premio anhelado, los
padres vivimos nuestro propio infierno.
Hoy vi una camiseta que tenia la siguiente leyenda: “He
pagado cientos de miles de dólares en colegiaturas, clases extracurriculares y cd’s de Baby
Einstein y lo único que conseguí es un hijo neurótico”.
Aunque nos provoque risa,
es la verdad. Estudios recientes han comprobado que hijos abrumados por sus
padres son más dependientes, y muestra un
desempeño académico y social inferior que el resto de los niños.
¿Cual es la alternativa ante la trampa de ser un “buen padre”?
¡Es convertirte en un padre feliz!
Padres que lo sacrifican todo por sus hijos, que hacen a un
lado sus propias necesidades, sus anhelos y sus sueños, no solo terminan frustrados y enfermos, sino que terminan sintiendo una profunda
desvaloración personal hacia si mismos.
Adicionalmente nos podemos dar cuenta cuantos matrimonios vemos disolverse porque al
estar cada uno tan centrado en los hijos, que se olvidad de atender y procurar a
sus parejas convirtiéndose con el tiempo en completos extraños, que lo único
que tienen en común es la crianza de los niños. De ser tu pareja la prioridad 2...pasa a la 10 o 20.
Piensalo, haz de ti mismo la principal prioridad y encontraras mayor
energía, salud y felicidad para compartir con tus hijos. Entiende que padres
felices crían hijos felices.
Y recuerda que lo que tus hijos desean es tenerte bien por
mucho tiempo.
Si tienes inquietudes y deseas trabajar sobre el tema,
nuestras sesiones de coaching están a tu disposición sin ningún costo
adicional.
En Balance Center, cambia tu cuerpo...cambia tu vida.
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